Diario de lectura: sobre El infinito en un junco de Irene Vallejo
Irene Vallejo está en tierras peruanas. Así que he releído algunas páginas de El infinito en un junco y no tengo duda de que el gran acierto de la autora es haber trabajado su ensayo con herramientas narrativas. Lo lleva tan al límite que parece que estamos ante una novela y no un ensayo. Sin pies de página y poquísimas citas, el libro fluye con una prosa rica en imágenes y anécdotas contándonos la gesta del libro como objeto de cambio, colección y culto. Podemos colocarlo dentro de un selecto grupo de títulos que desarrollan esta temática como Las bibliotecas del mundo antiguo de Lionel Casson, El giro de Stephen Greenblat, Historia de los libros perdidos de Giorgio Van Straten y Una historia de la lectura de Alberto Manguel. Sin embargo, ninguno de estos exquisitos trabajos de investigación se volvieron un súper ventas como El infinito en un junco, pues la clave de esta obra erudita está en su renuncia al lenguaje y estructura académicas.
Sólo espero que Vallejo reconsidere escribir una segunda parte: el libro en los inicios de la imprenta.

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